En una época en la que las luces, las compras y las prisas parecen dictar el ritmo de diciembre, se hace cada vez más esencial buscar una Navidad diferente: menos centrada en el consumismo y más en lo verdaderamente esencial. Desde el Colegio Zola Valdemorillo queremos reivindicar unas Navidades más emocionales, centradas en el valor del tiempo, la conexión y la calma.
Con tanto ruido exterior, vemos necesario detenernos por un momento, respirar y reconectar con quienes queremos.
Una filosofía que forma parte también del día a día de nuestro centro a través del Club de la Calma.
El Club de la Calma: un refugio en medio del día a día
Dentro del programa de Convivencia y Bienestar del colegio contamos con el Club de la Calma, un espacio seguro y tranquilo al que nuestros alumnos y alumnas pueden acudir en momentos puntuales de la jornada escolar.
Lejos de ser un simple rincón de descanso, el Club de la Calma está diseñado para regular emociones, recuperar el equilibrio y reconectar con el ritmo de trabajo. En un mundo donde todo parece pedir velocidad, ofrecer a los niños la posibilidad de pausar, de escucharse, de respirar, es un regalo incalculable.


A veces este espacio se llena de actividades como la construcción colaborativa de un puzle gigante de 2.500 piezas, un ejercicio que tiene múltiples beneficios:
- Favorece la autorregulación emocional, al centrar la atención en una tarea relajante.
- Potencia la cooperación, ya que requiere diálogo, acuerdos y reparto de responsabilidades.
- Desarrolla habilidades sociales y comunicación respetuosa.
- Refuerza la paciencia, la constancia y la tolerancia a la frustración.
- Promueve la pertenencia al grupo y el sentido de comunidad, al construir algo significativo entre todos.
- Estimula funciones cognitivas como la atención, la percepción visual, la planificación y la toma de decisiones.
Crear comunidad, en el colegio y en casa
La iniciativa pretende consolidarse como una herramienta para mejorar la convivencia diaria y acompañar el crecimiento personal, emocional y social de nuestros alumnos. La Sala de la Calma está siempre acompañada por personal del centro y sigue un protocolo de uso educativo, garantizando su valor como espacio de bienestar.
Y lo más valioso es que este espíritu conecta directamente con lo que muchos deseamos para nuestras Navidades: más cooperación, más escucha, más presencia, más tiempo compartido.
Igual que en el Club de la Calma el puzle se construye pieza a pieza, en casa también podemos construir momentos que nos unan: un juego compartido, una receta en familia, una buena conversación que se alarga…

Estas fiestas, regalemos calma
Quizá estas Navidades necesitemos envolver, para siempre, tiempo de calidad. Menos consumo y más conexión con quienes queremos.
Y proyectos como el Club de la Calma nos recuerdan que el bienestar emocional no es un añadido, sino un pilar fundamental: en el colegio, en la familia y en la vida.
Estas fiestas, el mejor regalo sigue siendo el más sencillo: tiempo, calma y amor compartido.